martes, 12 de agosto de 2008

Cartilla para trabajadores de la salud

ASOCIACION ARGENTINA DE PREVENCION DE LA VIOLENCIA FAMILIAR

ASESORAMIENTO Y RECURSOS PARA LA INTERVENCION DE LOS TRABAJADORES DE LA SALUD EN SITUACIONES DE VIOLENCIA FAMILIAR
LIC. GRACIELA B. FERREIRA CON EL APOYO DE SECRETARIA DE DESARROLLO SOCIAL PROGRAMA DE FORTALECIMIENTO DE LA SOCIEDAD CIVIL PROYECTO PADRES Y MADRES CUIDADORES



Introducción:
La Violencia Familiar es un problema social que debe ser reconocido masivamente por toda la población, para dar la debida importancia a una cuestión que se ha mantenido oculta a lo largo de los tiempos. Entre toda/os estamos construyendo la historia de la sensibilización y concientización acerca de la extensión, la gravedad y los costos que los malos tratos dentro de la familia ocasionan a toda la sociedad y sus instituciones. Existen alternativas para los comportamientos destructivos. Todos y todas estamos obligados a favorecer la difusión de este concepto para disminuir la naturalización de la conducta violenta. Cualquier ciudadano/a puede dar un ejemplo y un mensaje positivo a las víctimas que han padecido o padecen maltrato, desaprobando activamente y con firmeza a quienes maltratan, actuando como freno social de las personas abusivas.
Afecta a un alto porcentaje de familias de cualquier comunidad, en todos los niveles económicos y culturales. Se trata de relaciones que implican un abuso de poder de parte de quien ejerce maltrato. Estos abusos pueden ser emocionales, físicos, sexuales, financieros y/o socioambientales. La persona abusiva desarrolla su comportamiento en privado, mostrando hacia el exterior una fachada respetable, insospechable, educada. La conducta violenta es compatible con cualquier aspecto, capacidad, inteligencia, actividad, profesión, etc. Inclusive en aquellos cuyo desempeño familiar, institucional o comunitario sea aparentemente insospechable. Por eso hay que prestar atención a las víctimas, controlando la sensación de incredulidad y rechazo, pues muchas veces aparecen describiendo una imagen de alguien que jamás imaginaríamos cometiendo los abusos que se detallan.
La mayoría de las víctimas presentan un deterioro emocional que suele causar rechazo en quien las oye.
Las investigaciones en todas partes del mundo demuestran que las mujeres, las niñas y los niños, constituyen la mayor población en riesgo de sufrir malos tratos. También son los grupos que con más frecuencia concurren a los hospitales y clínicas, por lo tanto son una fuente de detección y orientación muy importantes para la prevención y el rescate de personas afectadas por la Violencia Familiar.

El maltrato a ancianas/os y a discapacitadas/os es un dato a evaluar cuando se realiza un control de su salud.

¿COMO ES POR LO GENERAL UNA FAMILIA EN LA QUE EXISTE VIOLENCIA?
Es una familia que tiene una estructura muy rígida, verticalista, autoritaria, que discrimina entre varones y mujeres, con roles estereotipados, intolerante y castigadora, en la que se cree que se debe obedecer ciegamente y en la que se castiga o maltrata creyendo que eso constituye un estímulo para la superación personal. En ella se suele utilizar la crítica, la humillación, el silencio, las prohibiciones no razonables, el control y la vigilancia o el retacear el dinero, como formas de ejercer el dominio desde uno de los miembros sobre el resto de la familia. Las decisiones son unilaterales, no hay diálogo e impera el temor y la sensación de culpa en quienes reciben el maltrato.
A veces las personas involucradas no se reconocen como inmersas en un cuadro de Violencia Familiar, pues muchas de sus características coinciden con el perfil tradicional de las antiguas familias en las que un varón ejercía un poder absoluto sobre su familia. Ahora vemos esta situación como una de las formas en que se naturalizó la violencia y quedó oculta dentro de la organización y contexto social en el curso de la historia.
No hace falta que haya golpes físicos para que se consideren cuadros muy graves que afectan las defensan psicofísicas, producen enfermedades, depresión y deseos de morirse en las víctimas. El maltrato crónico disminuye la expectativa de vida de las personas. Por eso hay que ponerle un límite a tiempo.

LA VIOLENCIA ES UN PROBLEMA DE SALUD PUBLICA Y DE SALUD PERSONAL
A las víctimas les cuesta mucho relatar lo que les sucede pues tienen miedo, verguenza y, por lo general, tienden a echarse la culpa de lo que pasa.
Cuando alguien en lugar de escuchar y orientar a una víctima, la critica, la responsabiliza o le reprocha “que algo habrá hecho”, está ejerciendo maltrato y es una segunda victimización que agrega más daño. Si no se está en condiciones de soportar esta dura tarea emocional. hay que conducirla a una consulta con otra persona que pueda abordar la cuestión sin culpabilizar, atendiendo el foco de la urgencia.
Una víctima necesita tiempo, paciencia, desahogo, solidaridad, protección, recursos, revalorización como persona, información sobre sus derechos, expectativas realistas, estrategias de resolución, instrucciones en un lenguaje claro y directo, ponerse en contacto con personas que desaprueben la violencia.
Los cuadros principales de la Violencia Familiar son el Maltrato Infantil, la Violencia Conyugal, el Maltrato a Ancianas/os y el Maltrato a Discapacitados/as. Los dos primeros son los más investigados y conocidos, también los que afectan al mayor número de personas.

PRINCIPIOS BASICOS PARA TENER EN CUENTA:
• Ningún ser humano merece ser maltratado ni golpeado
• La violencia es incompatible con la dinámica familiar
• Nadie debe vivir con miedo, lastimado, insultado o amenazado en su propia familia
• La conducta violenta es una modalidad de comportamiento inaceptable y constituye un delito
• Quien maltrata es responsable de su proceder
• Ningún argumento o razonamiento justifica el uso de la violencia
• La conducta violenta puede dominarse con orientación y aprendizaje, revisando las heridas ocultas de la propia infancia, los modelos incorporados de resolución de conflictos, las identificaciones con personas violentas de la familia de origen, las motivaciones que se tienen para lastimar a quienes están cerca, cambiando los hábitos de comunicación y las creencias negativas sobre la propia persona y los demás

• Todos/as tenemos derecho a enojarnos y expresar la emoción del enojo sin causar daño; no tenemos derecho a llevar ese enojo a la acción porque el acto violento es una conducta destructiva y un falso desahogo de la ira
• Una persona que es maltratada no tiene derecho a maltratar a otros (Por ej.: la violencia que se reproduce en cascada según una jerarquía de poder; el marido golpea a la esposa, la mujer golpea a los/as hijos/as, los/as hermanos/as mayores a los/as menores, etc.)
• La creencia acerca de la “provocación” de la violencia es un mito que sirve para justificarla y tolerarla
• Las intervenciones en Violencia Familiar deben estar realizadas por personas especializadas y entrenadas
• Los varones han de tener cuidado con sus propios estereotipos masculinos cuando orientan a Mujeres Maltratadas
• Las mujeres han de tener cuidado con sus propios estereotipos femeninos cuando orientan a Mujeres Maltratadas
• No se puede ser neutral frente a una conducta violenta, ya que es un delito que atenta contra la salud y los derechos humanos
• Las víctimas han de ser tratadas como personas individuales en riesgo y no como miembros o parte de una familia (una mujer maltratada es ante todo una individualidad y no se la ha de ver o tratar como “esposa” o “madre” pues se tenderá a exigirle paciencia y sacrificio, de acuerdo a los estereotipos femeninos, perdiendo de vista que es su salud y su vida la que está en peligro)
• En el cuadro de Violencia Conyugal el foco de la tarea no es el problema conyugal sino el poner a salvo y proteger a la mujer y a los/as hijos/as
• Las víctimas de Violencia Familiar no son masoquistas ni obtienen satisfacción alguna del hecho de vivir amenazadas y dañadas, quedan atrapadas en un ciclo de violencia, aprenden la impotencia y se identifican con el agresor como defensa cuando creen que su poder es total y que ellas han perdido el control sobre sus vidas
• Transmita con firmeza que no puede permitirse que alguien dañe y humille; enseñe esto a la gente para que comprendan que no es justo ni saludable soportar y someterse a vivir en un riesgo crónico
• Las niñas y niños están diciendo la verdad cuando se animan a hablar de malos tratos y/o abusos sexuales; necesitan ser creídos, aliviados y protegidos
• Las personas que ejercen violencia en su mayoría NO son individuos con alguna patología especial; atribuírles enfermedades es una manera de justificar su conducta y una forma de declararlos inimputables
• La conducta violenta es un problema en sí misma. El alcohol o las drogas no son causa ni la explican aunque agravan el caso. La mayoría de los maltratadores o abusadores no son adictos.
• Toda persona que trabaja o presta servicios en instituciones de la comunidad debe tener conocimientos sobre Violencia Familiar para poder realizar la detección y orientación adecuadas

Síndrome de Acomodación al Abuso Sexual Infantil

El síndrome de acomodación al abuso sexual infantil (SAASI)


Summit denomina de esta manera a los comportamientos típicos que permiten que una niña o un niño puedan sobrellevar situaciones de victimización reiteradas sin que se observen trastornos llamativos en la adaptación social o en el rendimiento escolar. Es decir, que se trata de un conjunto de conductas que, de estar presentes, constituyen indicadores psicológicos altamente relacionados con las vivencias abusivas.
Dice Summit: “éste síndrome está compuesto por cinco categorías, dos de las cuales definen la vulnerabilidad básica de los niños mientras las otras tres son secuelas contingentes del ataque sexual. Estas categorías son:
el secreto;
la desprotección;
el atropamiento y la adaptación;
el develamiento tardío y poco convincente; y
la retractación.
...Estas categorías reflejan no solo la realidad que se impone sobre las víctimas sino que representan francas contradicciones a las suposiciones mas comunes de la mentalidad adulta...

1. El secreto
Summit lo describe de esta manera: “ la iniciación, la intimidación, la estigmatización, el aislamiento, la desprotección y la culpa dependen de una de las características aterradoras del abuso sexual infantil: ocurre solamente cuando el niño se encuentra a solas con el ofensor y jamás es compartido con nadie.
Ningún niño está preparado para la posibilidad de tener un acercamiento sexual con un adulto de su confianza.
Tal posibilidad es un secreto muy bien guardado incluso entre adultos. Por lo tanto el niño queda a merced de la persona intrusiva para asignar cualquier valor de verdad a la experiencia. En medio de todas las explicaciones inadecuadas, ilógicas, destinadas a autojustificarse o a autoprotegerse que brinda el adulto, la única impresión consistente y significativa que percibe la niña es de que se trata de algo peligroso y temible en función del secreto que rodea el contacto.
“este es nuestro secreto, nadie lo entendería”, “no le cuentes a nadie”, “nadie te va a creer”, “no le cuentes a tu madre (a) ella te va a odiar, (b) ella me va a odiar, (c) ella te va a matar, (d) ella me va a matar, (e) ella se va a morir, (f) ella te va a echar de la casa, (g) ella me va a echar de casa, (h) la familia se va a destruir y te vas a quedar en un instituto. “Si le contás a alguien” (a) no te voy a querer más, (b) te voy a pegar, (c) voy a matar a tu perro o (d) te voy a matar.
Más allá de la suavidad o de lo amenazante que suenen las intimidaciones, el secreto le demuestra a la niña que algo malo y peligroso está sucediendo. El secreto es al mismo tiempo la causa del miedo y la promesa de salvación:” todo va a estar bien si no le contás a nadie”...
Habitualmente una niña normal nunca pregunta ni cuenta . contradiciendo la suposición generalizada de que tenderá a buscar ayuda, la mayoría de las víctimas reconocen en estudios retrospectivos que no lo han contado a nadie durante la infancia. Afirman haber temido de que se los culpara por lo sucedido o que el adulto no abusivo no fuera lo suficientemente protector como para impedir la venganza del ofensor. Muchas de las personas que habrían pedido ayuda, manifiestan que sus padres se volvieron histéricos, los castigaron y fingieron que no había pasado nada.
Si la niña no consigue cierto permiso y cierto poder para compartir el secreto y si no existe la posibilidad de una respuesta comprometida y no punitiva, puede pasar toda su vida en un exilio autoimpuesto de la intimidad, de la confianza y de la propia valoración.

2. La desprotección.
Según el autor, las expectativas de los adultos de que la niña se proteja a si misma y revele el abuso de inmediato ignora la subordinación básica y la desprotección en que se encuentran los niños dentro de vínculos autoritarios. A los niños se los enseña a evitar los contactos con extraños, pero se les inculca que deben ser obedientes y cariñosos con cualquier adulto que se encargue de sus cuidados. Los desconocidos, la gente “rara”, los secuestradores y otros monstruos constituyen coberturas convenientes tanto para los niños como para los padres que enmascaran un riesgo mucho mas temible e inmediato: la traición que ocurre en una relación de vital importancia, el abandono por parte de cuidadores y la destrucción de la seguridad familiar básica.
Los resultados de las investigaciones llevadas a cabo hasta ahora coinciden en ciertos datos estadísticos poco tranquilizadores: es tres veces probable que un niño sea molestado sexualmente por un adulto conocido y de confianza que por un desconocido.
Uno de los corolarios de la expectativa de que la niña se proteja a sí misma es la presunción general de que si la víctima no se queja, en realidad está consintiendo la relación. Esta relación resulta altamente dudosa y se incluyen las “míticas” situaciones de la adolescentes seductoras. Aún cuando las adolescentes pudieran ser sexualmente atractivas, seductoras o deliberadamente provocativas, debe quedar claro que los niños no tienen el mismo poder para negarse a los pedidos de una figura parental o para prever las consecuencias de hacer acercamientos sexuales con adultos responsables de sus cuidados. La ética más elemental señala que ante tales equívocos, la responsabilidad de evitar toda actividad sexual clandestina con un menor recae en el adulto.
Sin embargo, en la realidad, las niñas elegidas como compañeras sexuales, con frecuencia no son ni sexualmente atractivas ni seductoras en el sentido convencional. El estereotipo de la adolescente seductora es una creación tanto del develamiento tardío como del deseo dominante del adulto de definir el abuso sexual del niño en los términos de un modelo que se aproxime al comportamiento lógico de los mayores.
La realidad predominante para la mayoría de las víctimas de abuso sexual no se trata de experiencias que ocurren en las calles o en las escuelas, ni de una vulnerabilidad a dos puntas de ciertas tentaciones edípicas sino que más bien consisten en la intrusión progresiva, insidiosa y sin precedentes de actos sexuales llevados a cabo por un adulto investido de poder en una relación unívoca víctima-víctimario. El hecho de que con frecuencia el perpetrador forme parte del vínculo de confianza y se encuentre en una situación afectuosa, solo incrementa el desequilibrio de poder y el grado de desprotección en que se encuentra la menor...
Al igual que las víctimas adultas de una violación, se espera que estas niñas se resistan utilizando la fuerza física, que griten pidiendo ayuda o que intenten escapar. En la mayor parte de los casos, las víctimas no hacen nada de esto.
La reacción normal es disimular, fingir que siguen durmiendo, cambiar la posición en la cama o cubrirse con las sabanas. Las más pequeñas no saben utilizar las fuerzas para evitar amenazas que las desbordan.
La desprotección inherente a los niños no encaja dentro del tan proclamado sentido del libre albedrío en los adultos. Para que una persona adulta se arriesgue a empatizar con la protección absoluta de la infancia necesita ser cuidadosamente guiado; hemos pasado años reprimiendo y tomando distancia de tal horror. La tendencia de los mayores es a despreciar la protección y a criticar a quienes se someten a las intimidaciones con facilidad. Se suele considerar a las víctimas como cómplices a menos de que se compruebe que el consentimiento se obtuvo mediante la utilización de la fuerza o de amenazas de violencia. Deberíamos recordar que una acción silenciosa o un gesto por parte de un progenitor reviste características coercitivas para un niño dependiente y que para una criatura, la amenaza de perder el amor o la seguridad familiar resulta más atemorizante que cualquier amenaza violenta.
En este apartado, Summit hace una acotación que es interesante para que los adultos testigos del relato de los niños tengan en cuenta: “por lo general, cuanto más ilógica e increíble nos parezca la escena de iniciación a los adultos, mayor es la probabilidad de que la dolida descripción aportada por la víctima sea verídica.
Resulta engañoso a veces pensar que “un padre afectuoso no actuaría desde ningún punto de vista según cuenta la niña; aunque más no sea, resulta increíble que se arriesgue de una forma tan extravagante. Este análisis lógico contiene al menos dos suposiciones ingenuas: 1) que los acercamientos sexuales se hacen bajo una base racional y 2) que implican situaciones de riesgo para los adultos. Tener comportamientos sexuales con niños no constituyen un gesto reflexivo de afecto, más bien se trata de una búsqueda compulsiva y desesperada de aceptación y sometimiento. Los riesgos de ser descubiertos son mínimos, sobre todo si la niña es muy pequeña y mantiene un vínculo previo de autoridad y afecto. Los hombres que utilizan a los niños como parejas sexuales recuerdan rápidamente algo que sigue pareciendo increíble para los adultos menos impulsivos: las criaturas dependientes se encuentran en un estado de indefensión para resistirse o quejarse.

3. El atrapamiento y la acomodación.
Al respecto dice Summit: “cuando la niña se vuelca en un vínculo de dependencia, el acercamiento sexual no constituye un episodio que ocurre solo una vez. El adulto puede sentirse atormentado por los remordimientos, por la culpa, el temor y la determinación de no volverlo a hacer, pero la cualidad prohibida de la experiencia sumada a la facilidad con que ha conseguido consumarla , parecen ser invitaciones para la reiteración. Comienza a desarrollarse un modelo conductual compulsivo y adictivo que continúa hasta que la niña alcanza la autonomía o hasta que el develamiento y la prohibición forzada se imponen sobre el secreto.
La única posibilidad de detener el abuso es que la niña busque protección o que se busque una intervención en forma inmediata. Si esto no sucede la única alternativa saludable que le queda a la víctima es la de aprender a aceptar la situación y a sobrevivir. No hay salida, ni existe un lugar donde poder ir.
Un niño sano, normal y emocionalmente flexible aprenderá a acomodarse a la realidad del abuso sexual continuado. El desafío que debe enfrentar es no solo el de acomodarse a los requerimientos sexuales cada vez más intrusivos sino también a la mayor toma de conciencia acerca de la traición y de su transformación en un mero objeto por parte de una persona a la que habitualmente se la idealiza como una figura protectora, altruista y afectiva. Muchas conductas rotuladas como patológicas en el funcionamiento psicológico de adolescentes y adultos, se originan en las reacciones naturales de un niño sano a un ambiente parental profundamente antinatural y enfermo.
La dependencia patológica, la tendencia al autocastigo, las automutilzaciones, la reestructuración selectiva de la realidad y los trastornos de personalidad múltiple, para nombrar solamente algunos, representan habitualmente vestigios de habilidades aprendidas dolorosamente en la infancia.
La niña sumergida en la inermidad de la victimización continuada debe aprender alguna forma de obtener la sensación de poder y control. A una criatura no le resulta sencillo conceptualizar que su progenitor es despiadado y egoísta; esta conclusión equivale a sumirse en el abandono y el aniquilamiento. La única opción aceptable resulta creer que ella provocó estos dolorosos encuentros y tener la esperanza de que aprendiendo a ser buena, conseguirá ser amada y aceptada. La suposición desesperada de su responsabilidad junto con el fracaso inevitable para sentirse aliviada, constituyen las bases sobre las que asienta el odio a sí misma y lo que Shengild denomina una fractura vertical en la prueba de realidad.
El padre abusivo muestra una demostración gráfica e instruye a la víctima acerca de cómo se es buena. La niña debe estar disponible para los requerimientos sexuales si protestar. Siempre existe una promesa explícita o implícita de recompensa. Si la nena es buena y mantiene el secreto, puede proteger a sus hermanas de los acercamientos sexuales (“es bárbaro contar con vos para que me quieras, sino tendría que hacerlo con tu hermana más chica”), a la madre de la desintegración (“sino contara con vos tendría que estar por los bares buscando mujeres”) y, fundamentalmente preservar la seguridad del hogar (“si llegas a contar me meterían preso y todas ustedes irían a institutos”).
En una clásica reversión de roles del maltrato infantil, se le confiere a la niña el poder de destruir a la familia y la responsabilidad de mantenerla unida. La niña, y no sus progenitores, es la que debe poner en juego su altruismo y su auto control para garantizar la supervivencia de los demás.
No quedan dudas de que se produce una fractura inevitables en los valores morales convencionales. La máxima virtud consiste en mentir para mantener el secreto, mientras que el mayor pecado consiste en decir la verdad. De esta manera, la niña victimizada, parecería aceptar o buscar el contacto sin protestar.
Si la niña no logra crear una economía psíquica para conciliar los continuos ultrajes, la intolerancia a la desprotección y los crecientes sentimientos de rabia buscarán expresarse de alguna forma. Por lo general, esto lleva a conductas autodestructivas y al refuerzo del odio a si mismas, a la automutilización, a intentos suicidas, a actividades sexuales promiscuas y a reiteradas fugas del hogar. También pueden aprender a sacar provecho de los privilegios, favores y recompensas que le puede ofrecer el padre, lo que en el proceso, refuerza la imagen autopunitiva de “prostituta”. Puede pelear con ambos progenitores pero focaliza toda su rabia en la madre, a quien reclama haberla abandonado en las manos del padre. Supone que, la madre, este enterada del abuso y que, o no le preocupa o es totalmente ineficaz para intervenir. La etapa final de este mecanismo es creer que es un ser tan intrínsecamente corrupto que a nadie le preocuparía cuidarla. El fracaso de la relación madre hija refuerza la desconfianza que la adolescente siente con respecto a sí misma como mujer y la torna todavía más dependiente con la patética esperanza de ser aceptada y protegida por un hombre abusivo.
Los varones victimizados presentan una tendencia más marcada a manifestar su rabia a través de comportamientos agresivos y antisociales. Se muestran más intolerantes que las niñas con su propia desprotección y tienden a racionalizar que están utilizando la relación para su propio beneficio personal.
El abuso de drogas es otra forma de escape para las víctimas de ambos géneros.
Conviene reiterar que todos estos mecanismos de acomodación –el martirologio doméstico, la fractura de la realidad, los estados alterados de conciencia, los fenómenos histéricos, la delincuencia, la sociopatía, la proyección de la rabia y aún la automutilación –forman parte de las habilidades para la pervivencia de la víctima.


4. El develamiento tardío, conflictivo y poco convincente.
Continúa Summit. “la mayor parte de los casos de abuso sexual no se conocen jamás, a menos fuera del núcleo familiar. Los casos tratados, informados o investigados, constituyen la excepción y no la norma. El develamiento se produce como consecuencia de un conflicto familiar abrumador, del descubrimiento accidental por una tercera persona, o al alcance sensible y a la divulgación comunitaria a través de las agencias de protección a la infancia.
Cuando el factor que desencadena el develamiento es un conflicto familiar, habitualmente significa que el abuso sexual ha ocurrido durante años y se ha producido una ruptura en los mecanismos de acomodación.
La joven debe permitirse revelar el secreto en una crisis de rabia después de alguna discusión familiar especialmente punitiva en la cual el padre ha hecho ostentación de su autoridad. La adolescente busca comprensión y desea la intervención en el momento en que tiene menos posibilidades de encontrarlas. Las autoridades están descolocadas debido al comportamiento delincuente y a la intensa furia rebelde que expresa la muchacha... Se supone que inventa la historia para vengarse de los intentos paternos para imponer un control y una disciplina razonables. Cuanto mas abusivo e irracional sea el castigo impuesto, mayor es la desconfianza que despierta lo que dice la jovencita. Se suele pensar que una muchacha es capaz de cualquier cosa para evitar las penitencias, es capaz aún, acusar a su padre falsamente.
Agrega que no importa el estado emocional en el que una adolescente devela una situación abusiva crónica. Tanto el descontrol afectivo como el control más estricto sirven para invalidar su relato: “si la joven es una delincuente, hipersexual, contrasexual, suicida, histérica, psicótica o perfectamente adaptada, o si está furiosa, evitativa o serena; cualquier emoción que demuestre o cualquier mecanismo de adaptación que haya utilizados serán interpretados por los adultos de manera tal que invalide sus denuncias.
En lo que se refiere a las madres de las niñas y los niños victimizados, afirma: “contrariamente, habitualmente a lo que se cree, la mayoría de las madres no estan al tanto de los abusos sexuales que ocurren en sus hogares. El matrimonio requiere de alto monto de confianza ciega y de negación para subsistir. Ninguna mujer compromete su vida y su seguridad con un hombre que se muestre capaz desde un principio, de molestar sexualmente a sus propios hijos. Los detalles obvios de la victimización cobran estas características solo retrospectivamente. La suposición de que la madre debería haber sabido, equivale al reclamo de la niña de que la madre debe estar en contacto de forma intuitiva con un trastorno emocional invisible, y más aún oculto con total deliberación.
Las madres en estos triángulos incestuosos, desde su lugar de dependencia tanto de la aprobación como de la generosidad de los padres, se ven confrontadas con dilemas fragmentadores del psiquismo del mismo estilo que los que enfrentan sus hijas. Una de dos: o la hija es mala y merece ser castigada o el padre es malo y castiga injustamente. Uno de los dos miente y no es digno de confianza. Gran parte de la seguridad , la adaptación social y del sentido adulto de la autoestima de estas mujeres necesita del apoyo y la confiabilidad de sus parejas. El hecho de aceptar la opción alternativa representa la destrucción no solo de la familia sino de una parte importante de sus propias identidades. Existe una pequeña proporción de casos que son develados o descubiertos por las madres. Sin embargo, tan solo un ínfimo porcentaje es informado a las agencias de protección de la infancia. Las madres optan por no creer o por negociar una solución dentro del núcleo familiar.

5.La retractación.
Dice Summit acerca de este mecanismo que ocurre con tanta frecuencia y es utilizado para convertir a la víctima en víctimaria: “una niña es capaz de desdecir cualquier afirmación que haya hecho sobre el abuso sexual. Debajo de la rabia que motoriza el develamiento, las niñas descubren que los temores y las amenazas fundamentales que permitían mantener el secreto, son ciertas. Los padres las abandonan y las acusan de mentirosas. Las madres no les creen y se descompensan en cuadros de histeria y de furia descontrolada. Las familias se fragmentan y todos los hermanos son separados del hogar. Los padres se ven amenazados por la cárcel y la desgracia. Se responsabiliza a las niñas por haber generado este descalabro y todos las tratan como si fueran monstruos. Se las interroga sobre los detalles más escabrosos y se las alienta a incriminar a sus progenitores, a la vez que nadie incomoda a estos hombres que permanecen en sus hogares en la seguridad de sus familias. Las jóvenes son ubicadas en lugares sustitutos o en instituciones sin que se les brinde demasiada esperanzas de regresar a sus casas.
Una vez más las niñas son responsables tanto de preservar como de destruir a sus familias. La intervención de roles continúa cuando se sugiere que la alternativa mala consiste en decir la verdad y la opción buena la de capitular y mentir para el bien de la familia. A menos que se brinde especial apoyo a las niñas y se produzca una intervención inmediata para obtener la admisión de responsabilidad por parte de los padres, las víctimas proseguirán su evolución normal y se retractaran.
Esta sencilla mentira resulta mas creíble que las denuncias explícitas de acercamientos incestuosos. Confirma las expectativas adultas de que las niñas no son de fiar. Restablece el precario equilibrio familiar. Las niñas aprenden a no quejarse. Los adultos a no escuchar. Y las autoridades en no creer en las jóvenes rebeldes que utilizan su poder sexual para destruir a los padres bien intencionados.[1]



[1] SUMMIT, Roland C. Comentarios sobre el Síndrome de Acomodación al Abuso Sexual Infantil. Temas de maltrato infantil –Programa Familias del Nuevo Siglo. Año 1, nº 1; septiembre, 1997.

Violencia y Abuso en la Familia

SANZ, Diana; MOLINA, Alejandro. . Buenos Aires 1999: Editorial Lumen/hvmanitas.
Parte 1
Tratado sobre violencia y abusos en la familia


...Estos modelos implícitos corresponden al modelo autoritario de familia, donde el respeto no es entendido como reciprocidad entre los miembros, sino que es definido a través de una estructura de poder vertical...
...El potencial de violencia en una familia está determinado por la adhesión a los siguientes componentes:
1) Grado de verticalidad de la estructura familiar.
2) Grado de rigidez en las jerarquías.
3) Creencias en torno de la obediencia y el respeto.
4) Creencias en torno de la disciplina y el valor del castigo.
5) Grado de adhesión a los estereotipos de género.
6) Grado de autonomía de los miembros.

...En una rápida revisión, podemos identificar algunos factores de riesgo asociados al maltrato físico.
I. El aislamiento social y la pobreza de relaciones con la familia extensa....
II. Familias monoparentales presentan mayor riesgo al maltrato...
III. La convivencia de la madres y sus hijos con un varón que no es el padre de estos aumenta la probabilidad de stress...
IV. La presencia de toxicomanías (alcoholismo y drogadicción) es una variable asociada al maltrato físico...

CAPITULO 2
Marco teórico y conceptual del abuso sexual.


Sexualización traumática.
Este aspecto se refiere al proceso por el cual la sexualidad infantil es forzada por caminos evolutivamente inapropiados, e interpersonalmente disfuncional.
1) Los niños abusados son usualmente recompensados por sus conductas sexuales que son evolutivamente inapropiadas.
2) ...Los niños aprenden a usar la conducta sexual como una estrategia para manipular a los otros para conseguir la satisfacción de sus necesidades.
3) Por medio de la experiencia sexual, ciertas partes del cuerpo se vuelven sobreerotizadas
4) Se desarrollan conceptos erróneos acerca de la sexualidad...


Traición.
La traición la siente el niño en referencia al perpetrador, tanto como el adulto no ofensor...

Estigmatización.
La estigmatización proviene de los mensajes negativos que de sí mismo incorpora el niño, tanto durante como después de interrumpido el abuso...

Sentimiento de ineficacia.
...No debe haber experiencia de mayor vulnerabilidad que tener el espacio corporal continuamente invadido en contra de los propios deseos. Miedo, ansiedad, vulnerabilidad, sensación de estar atrapado son todas sensaciones congruentes con esta problemática...

CAPITULO 4
Consideraciones finales

Respuesta del sistema. Revictimización secundaria del niño
...Pocos pediatras o ginecólogos infanto-juveniles tienen la suficientes experiencia en la detección de los signos específicos con el abuso...
...Es común encontrarse con la dificultad que poseen los jueces, cuando realizan una derivación para el tratamiento o evaluación. Al no poseer suficientes conocimientos generales acerca de la problemática, no tienen forma de evaluar si las necesidades del niño o de la familia objeto de la protección están debidamente contempladas en el tipo de atención que se les está ofreciendo.

Toxicidad del sistema legal.
Como consecuencia de esta múltiple exposición, los niños van perdiendo la espontaneidad y fluidez que pudieron haber estado presentes en el primer relato. Los niños se defienden de esta intromisión desmedida en su intimidad, enmascarando sus sentimientos, sus emociones mas inmediatas. Algunos llegan a despedirse de toda emoción y afecto ligado a la experiencia, dando la imagen de pequeños autómatas que cuentan experiencias de terceros...
...Los niños no tiene una lógica preparada para entender la utilidad de repetir una y otra vez, ante la persona de confianza primero, y ante el médico forense, el psicólogo, el o los jueces y los auxiliares después, la misma información.
Las reacciones de rabia, frustración, fatiga y desencanto, suelen volcarla hacia si mismos... Para muchos niños, sobre todo para los más pequeños, las consecuencias posteriores al develamiento pueden convertirse en más traumáticas que el abuso en sí mismo...
...La situación no es muy diferente en el fuero civil, ya que la ausencia de declaraciones y procedimientos confrontativos (evaluaciones repetidas por efecto de pericias impugnadas, declaraciones sucesivas, confrontación con el tribunal oral) suele ser suplantada por el tironeo de las demandas por visitas o tendencia, implicando muchas veces evaluaciones individuales, vinculares y familiares sucesivas, sin resolución en el corto plazo...

Violencia y abusos sexuales en la familia –Un abordaje sistémico y comunicacional

PERRONE, Reynaldo; NANNINI, Martine. -. Primera edición . Buenos Aires, 1997: Editorial Paidós.

Premisas.
...Se adoptan cuatro premisas básicas.
...Primera premisa: La violencia no es un fenómeno individual sino la manifestación de un fenómeno interaccional. No puede explicarse tan sólo en la esfera de lo intrapsíquico sino en un contexto relacional, puesto que es el resultado de un proceso de comunicación particular entre dos o más personas.
Segunda premisa: Todos cuantos participan en una interacción se hallan implicados y son por lo tanto, responsables (aquí la palabra “responsable” hace referencia a una responsabilidad interaccional, no legal)...
Tercera premisa: En principio, debe darse por sentado que todo adulto, con capacidad suficiente para vivir de un modo autónomo, es el garante de su propia seguridad. Si no asume esta responsabilidad, estimula los aspectos incontrolados y violentos de la otra persona, con lo que organiza y alimenta una interacción de carácter violento...
Cuarta premisa: Cualquier individuo puede llegar a ser violento, con diferentes modalidades o manifestaciones. La violencia y la no violencia, más que estados opuestos y excluyentes, corresponden a una situación de equilibrio inestable en el mismo individuo...
...Un individuo no es en sí violento, sino que su violencia aparece según el contexto o la particular modalidad de la interacción en que está inmerso...

Violencia agresión.
En la agresión simétrica la violencia toma, pues, la forma de agresión, y su contexto es el de una relación de igualdad. La violencia se manifiesta como un intercambio de golpes: tanto uno como otro reivindican su pertenencia a un mismo status de fuerza y de poder...
...En ambos casos, y en la continuidad de la relación simétrica, tras la agresión suele haber un paréntesis de complementariedad que hemos denominado pausa complementaria...
...Los actores y los participantes olvidan el pasaje y el acto y refuerzan su alianza. Durante este periodo los actores pueden pedir ayuda fuera del sistema...
...la pausa complementaria tiene dos etapas diferentes:

1.la aparición del sentimiento de culpabilidad,
2.los comportamientos reparatorios como mecanismo de olvido, banalización, desresponsabilización y desculpabilización...

...En la violencia agresión, la identidad y la autoestima están preservadas: el otro es existencialmente reconocido. El pronostico es positivo y las secuelas psicológicas son limitadas. Conscientes de la incongruencia de los episodios violentos, los actores de la violencia agresión muestran su preocupación y su libertad de salir adelante.

Violencia castigo.
En la relación complementaria, la violencia toma forma de castigo y se inscribe en el marco de una relación desigual. Se manifiesta en formas de castigos, sevicias, torturas, negligencia o falta de cuidados. Uno de los actores reivindica una condición superior a la del otro y se arroga el derecho de infringirle un sufrimiento, muchas veces cruel, a quien, por definición, coloca en una clase inferior a la suya...
...Puesto que se trata de una relación de desigualdad, la violencia es unidireccional e íntima. Es que actúa la violencia se siente existencialmente superior al otro, y éste por lo general lo acepta. La diferencia de poder entre uno y otro puede ser tan grande que el que se encuentra en posición baja no tiene alternativa y debe someterse contra su voluntad. En el nivel social, conocemos esta violencia bajo la forma de la tortura y el genocidio...
...En la violencia castigo no hay pausa....Al no haber pausas esta violencia permanece escondida, y toma un carácter intimo y secreto. Ninguno de los actores habla de ella en el exterior ...Ambos actores tienen una muy baja autoestima. El maltratado presenta un importante trastorno de la identidad, y su sentimiento de deuda respecto de quien lo castiga lo lleva a justificar los golpes y sufrirlos sin decir nada. El actor emisor a menudo es rígido, carente de toda empatía, impermeable al otro y a toda y a su diferencia, excepto en lo que ésta pudiera parecerle peligroso para si mismo...
...En la violencia castigo está afectada la identidad de la persona en posición baja, puesto que se le niega el derecho a ser “otro”. Las secuelas son profundas, la autoestima esta quebrantada y el pronostico es reservado. La persona que ocupa la posición alta solo tiene una mínima conciencia de la violencia y un confuso sentimiento de culpabilidad...
...La diferencia entre ambas formas de violencia (agresión y castigo) es extremadamente rica en informaciones, ya que configura dos modelos relacionales diferentes...

Consenso implícito rígido.
...La violencia se presenta en forma ritualizada...
...Se observa una anticipación e incluso una preparación de la secuencia violenta. Todos los participantes pueden tomar parte de esta especie de contrato o acuerdo al que denominamos consenso relacional rígido...Se trata más bien de una trampa relacional...
...Veremos que el consenso opera en éste nivel bípersonal pero tiene raíces individuales, ya que se apoya en la imagen negativa y frágil que cada uno tiene de sí o sobre circunstancias previas que se registran como tales en la historia individual...
...Aunque no equivale a la voluntad de que las cosas ocurran así, tal acuerdo funciona como una especie de cerrojo relacional respaldado por la baja autoestima...
...El consenso implícito rígido se apoya en esos sentimientos...

Los disparadores de la violencia.
Una de las características de la interacción violenta es la manera en que cada uno de los actores establece la puntuación de la secuencia. El comportamiento de uno sirve para justificar el del otro...
...En el curso del nuestro estudio pudimos observar que siempre hay un poderoso activador que autoriza el pasaje al acto y anuncia el episodio violento. Es necesario identificar este mensaje particular en las transacciones, ya que él provoca inmediatamente la agresión física...

Indicadores sociales: El Lado Oculto de la Escena Familiar

GROSMAN, Cecilia; MESTERMAN, Silvia. Maltrato al Menor –-. Segunda edición actualizada y ampliada. Buenos Aires 1998: Editorial Universidad.
Estas autoras en relación al maltrato infantil dicen, que :
Esta mayor exhibición del problema obedece a un cambio en las relaciones de poder dentro de la estructura familiar y a un reconocimiento de los derechos personales de los componentes de la familia. La nueva posición de la mujer en la sociedad, el reconocimiento del niño como sujeto de derechos, el respeto que merecen…
...Este reconocimiento social se consolida y adquiere legitimidad en la segunda mitad del siglo XX con los tratados de derechos humanos, entre los cuales destacamos, con relación al niño, la Declaración de los Derechos del Niño de 1959 y, treinta años más tarde, en 1959, la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño...

Indicadores sociales: Abuso sexual en niños y adolescentes de ambos sexos.

ALMONTE Carlos, INSUNZA Carla, RUIZ Cecilia. Sexual Abuse in Children and Adolescents of Both Sexes. © 2006 Sociedad de Neurolog• Psiquiatr•y Neurocirug•br>. Carlos Silva V. 1292, Depto. 22. Plaza Las Lilas, Providencia Santiago de Chile. Fono 232 9347.
editorial@sonepsyn.tie.cl


Se puede observar una mayor latencia en consultas por abuso en los menores de 6 años. En la etapa escolar y adolescencia existe una mayor correspondencia entre el momento del abuso y la consulta por el mismo.
La iniciación del ASI en niños menores de 10 años (escolares) de ambos sexos alcanza al 63,6%. El 18% de las víctimas es abusada entre los 10 y 16 años (adolescentes). En el 18,3% restante de los casos no se consigna la edad de la primera experiencia de abuso. En cuanto a la frecuencia de consultas, éstas ocurren mayoritariamente en los grupos de mayores de 10 años (58%).

Indicadores sociales:

TARAZONA, José Luis, MD. Abuso Sexual. Capitulo XII. Departamento de Ginecología-Obstetricia. Fundación Santa Fe de Bogotá.

Los abusos en adolescentes menores provienen frecuentemente de personas conocidas o de familiares, lo cual se observa hasta en 75% de los casos, mientras en los adolescentes mayores se relacionan con actividades sociales que incluyen el consumo de alcohol o de agentes psicotrópicos, entre los cuales unos de los más utilizados son el flunitrazepam (Rohypnol) y la escopolamina. Hasta 40% de los casos de violación en adolescentes se asocian con el uso de substancias psicotrópicas.
Un grupo de especial riesgo son los menores con discapacidades mentales.

Indicadores sociales: Puesta a punto bibliografica sobre la relación de los conceptos parafilias y abuso sexual infantil

FELDMANN, Denise. Tutora: FRIDMAN, Cristina Tania. Nº 87. Facultad de Humanidades. Licenciatura en Psicología. Universidad de Belgrano. Bs. As. Departamento de investigación. Junio 2003.

Gross y Apfelbaum[1] (1996) se centran en el abuso al menor dentro del marco familiar. Consideran al abuso sexual como el mayor y el más profundo de los hechos violentos que se puede cometer contra una persona, y es más grave aún cuando se trata de un menor, ya que afecta su persona y dignidad y produce un trauma profundo que lo acompaña en todo su desarrollo y vida.
Estas autoras plantean que la falta de atención de las políticas sociales hacia las necesidades básicas de los sujetos (sociales, salud, educación, trabajo, vivienda y calidad de vida digna) es lo que hace que no se pueda controlar y erradicar el fenómeno violento de las próximas generaciones. La insatisfacción en estas necesidades básicas es lo que conlleva al fenómeno violento y a disfunciones familiares.
Históricamente la humanidad erigió a la familia como una institución de control social, facultando a los padres o sus sustitutos para ayudar a crecer al niño y lograr ciertos comportamientos considerados necesarios, ya que el cuerpo social crece alrededor de la familia, que es la célula primaria. En la tradición bíblica aparece registrado, junto a la descripción de la primera familia, el primer caso de violencia familiar, la muerte de Abel en manos de su hermano Caín.
“La violencia es tan antigua como la familia”. El relato bíblico empieza con la pareja humana y su desobediencia en el paraíso, la adquisición del bien y del mal y la violencia como respuesta al castigo.
La composición de la familia, la estructura social, los regímenes políticos y económicos encuentran grandes disociaciones que afectan los vínculos. La agresión y el maltrato es un idioma cotidiano en el 50% de las familias y el abuso el signo calificador de un 25% de ellas. El niño, portador del mensaje genético y cultural de la familia y sociedad del futuro, es descuidado y abusado en un 30% de la población infantil.
En el maltrato a menores, dicen las autoras, el período más sensible para el desarrollo del apego y la estructuración de la personalidad es el de los primeros cinco años y en menor medida lo son también los diez años subsiguientes, por lo que esa conducta afectiva regirá la vida del individuo.
El sistema familiar es el grupo primario y fundamental, en él crecen y se desarrollan los niños durante su proceso de incorporación a la sociedad. Es la primera escuela. En él se viven las experiencias básicas de las relaciones humanas, que dejan huellas imborrables en la personalidad infantil.
La institución familia es agente de maltrato cuando concibe a los niños, no como persona que piensa, siente y actúa sino como un objeto al que se impone cuidados y defensas. Sólo cuando se toma al niño como objeto se puede hacer “uso” familiar y/o social de él; instrumentándolo, privándolo de su vida familiar, del vestido adecuado, de la educación necesaria y de su salud.
El Código Civil Argentino, sancionado en 1869 y con vigencia a partir de 1871, absorbe el patriarcado del derecho romano. La patria potestad era realmente la autoridad del padre; y ésta se concibió en interés del padre más que en protección de los hijos. Se la definía como “el conjunto de derechos que las leyes le conceden al padre sobre la persona y bienes de los hijos”.
En 1919, la “Ley de Patronato de Menores” (ley 10.903), modifica el concepto de patria potestad al definirla como “un conjunto de derechos y obligaciones”, respecto a todos los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio. Se intentaba avanzar en la protección de los niños menores de edad, pero el tiempo dejó ver que en realidad encubría la teoría de la compasión a niños en situación irregular que los fue discriminando. Así los menores que se encontraban en peligro material o moral quedaban bajo la potestad del Estado, creando una franja de nuevos niños, los menores institucionalizados.
Este hecho determinó la intervención subsidiaria del Estado en el marco de la protección a la familia.
La culminación del proceso al respecto de la persona del niño en el marco legislativo estuvo dada con la ley 23.264/85. Esta establece la autoridad de los padres compartida, que es “el conjunto de derechos y deberes que se reconocen a los padres para la protección integral de los hijos”. Esta ley custodia que los padres no se excedan en la educación y formación de los niños. De este modo, la sociedad y el derecho delegan en los padres la formación de sus hijos y los controles sociales, que los ejercen los jueces, ponen límites a los excesos.
Álvarez[2] (1999) considera que la violencia se da a un nivel institucional, social y familiar. Ésta no es exclusiva de la familia, sino que la atraviesa.
La familia es una institución social permanente entre personas cuyos vínculos derivan de la unión intersexual, de la procreación y del parentesco (definición amplia sociológica).
La familia está formada por todos los individuos unidos por vínculos jurídicos, familiares, con origen en el matrimonio, en la filiación y en el parentesco (definición jurídica, del derecho).
La Violencia Familiar se define clásicamente como “todas las formas de abuso que tienen lugar entre los miembros de la familia, que por exceso u omisión menoscaban la posibilidad psicológica, la vida y la libertad. Ésta implica un desequilibrio de poder. Las dos formas de violencia son por exceso, maltrato físico y abuso sexual; y por omisión, abandono.
[1] Gross, S y Apfelbaum, L. B. (22 al 26 de septiembre de 1996). Mejor no saber. Familia y Abuso sexual. IX Congreso Mundial de Violencia Familiar. (pp. 928-943). Panamá.

[2] Álvarez, L. (1999). Apuntes teóricos dictados en la materia Psicología Jurídica, en la Universidad de Belgrano.

Abuso Sexual: Una mirada hacia la prevención basada en la vulnerabilidad del menor

LOZANO, Aura Denise; DÍAZ MORENO, Luz Amelia; MÚNERA, Claudia Patricia. Santa Fé de Bogotá, Mayo 15 de 1998

Algunos de los principales factores de riesgo para que ocurra el abuso sexual son:
Problemas maritales del agresor.
Alejamiento sexual de la pareja y violencia marital.
Puede haber una confusión e inversión de roles entre los diferentes miembros de la familia.
El alcoholismo y la dependencia a otras sustancia psicoactivas, ya que estas desinhiben internamente al sujeto.
Los antecedentes sexuales de sus padres, su historial de abuso (incesto y violación).
La vulnerabilidad del menor: es un factor de riesgo para que ocurra el abuso sexual, Vargas Trujillo[1](1995) dice que dadas sus características de desconocimiento, impotencia y dependencia, varios estudios han establecido que los niños más vulnerables de ser víctimas de abuso sexual presente algunas de las siguientes características:
- La edad y sexo del niño interactúan con las preferencias del abusador para convertirlo en víctima potencial.
- Niños y niñas que presentan mayor curiosidad hacia aspectos sexuales ya sea porque su propio desarrollo y capacidad intelectual los hacen más inquietos y cuestionadores o porque han sido expuestos desde muy temprano al comportamiento sexual de adultos.
- Menores que mediante su comportamiento verbal y no verbal muestran que son fácilmente manipulables.
- Niños o niñas con autoestima negativa y necesitados de atención y afecto.
- Menores que no tienen vínculo afectivo estrecho con sus padres y/o tienen una mala relación con ellos.
- Niñas o niños muy pequeños o discapacitados física o intelectualmente.
- Menores educados por adultos autoritarios, que obedecen sin cuestionar las imposiciones de los mayores.
- Niñas o niños que no tienen conocimiento o que no saben que es el abuso sexual.
Ausencia de apoyo social por parte de la propia familia durante la infancia (de Paúl y Arruabarrena 1996)[2].
Mayor frecuencia de familias monoparentales.
Presencia de una figura paterna masculina sin relación biológica.
Alteraciones psicopatológicas en los padres maltratantes.
Entendiendo que una persona menor de edad es vulnerable al abuso cuando:
Carece de información sobre el abuso.
Vive en condiciones de aislamiento o le falta comunicación.
Es percibido no como una persona con derechos, sino como objeto en una relación de dominio, propiedad de sus padres o adultos encargados, lo que legitima toda forma de violencia y desautoriza toda posible intervención social.
[1] VARGAS TRUJILLO, E. Y C. Y MEJÍA DE CAMARGO, S. (1995) Intervención en Casos de Abuso sexual en Estados de Crisis. Bogotá: Defensoría del Pueblo, Fundación FES y Unicef.
VARGAS TRUJILLO, E. Y C. Y MEJÍA DE CAMARGO, S. (1995). Enseñando a los Niños a Evitar el Abuso Sexual. Bogotá: Defensoría del Pueblo, Fundación FES y Unicef.

[2] DE PAÚL, J. Y ARRUABARRENA, M.I. (1996) Manual de Protección Infantil. Barcelona: Masson S.A.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Trastorno por estrés postraumático

Criterios para el diagnóstico de F43.1 [309.81]

A. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático en el que han existido
(1) y (2):
(1) la persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás
(2) la persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos.
Nota: En los niños estas respuestas pueden expresarse en comportamientos desestructurados o agitados

B. El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente a través de una (o más) de las siguientes formas:
(1) recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones. Nota: En los niños pequeños esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen temas o aspectos característicos del trauma
(2) sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen malestar.
Nota: En los niños puede haber sueños terroríficos de contenido irreconocible

(3) el individuo actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo (se incluye la sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flash back, incluso los que aparecen al despertarse o al intoxicarse). Nota: Los niños pequeños pueden reescenificar el acontecimiento traumático específico
(4) malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
(5) respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático

C. Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:
(1) esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático
(2) esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma
(3) incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma
(4) reducción acusada del interés o la participación en actividades significativas
(5) sensación de desapego o enajenación frente a los demás
(6) restricción de la vida afectiva (p. Ej., incapacidad para tener sentimientos de amor)
(7) sensación de un futuro desolador (p. Ej., no espera obtener un empleo, casarse, formar una familia o, en definitiva, llevar una vida normal)

D. Síntomas persistentes de aumento de la activación (arousal) (ausente antes del trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes síntomas:
(1) dificultades para conciliar o mantener el sueño
(2) irritabilidad o ataques de ira
(3) dificultades para concentrarse
(4) hipervigilancia
(5) respuestas exageradas de sobresalto

E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se prolongan más de1 mes.

F. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
Especificar si:
Agudo: si los síntomas duran menos de 3 meses
Crónico: si los síntomas duran 3 meses o más
Especificar si:
De inicio demorado: entre el acontecimiento traumático y el inicio de los síntomas han pasado como mínimo 6 meses

Características diagnósticas
La característica esencial del trastorno por estrés postraumático es la aparición de síntomas característicos que sigue a la exposición a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático, y donde el individuo se ve envuelto en hechos que representan un peligro real para su vida o cualquier otra amenaza para su integridad física; el individuo es testimonio de un acontecimiento donde se producen muertes, heridos, o existe una amenaza para la vida de otras personas; o bien el individuo conoce a través de un familiar o cualquier otra persona cercana acontecimientos que implican muertes inesperadas o violentas, daño serio o peligro de muerte o heridas graves (Criterio A1). La respuesta del sujeto a este acontecimiento debe incluir temor, desesperanza y horrores intensos (o en los niños, un comportamiento desestructurado o agitado) (Criterio A2). El cuadro sintomático característico secundario a la exposición al intenso trauma debe incluir la presencia de reexperimentación persistente del acontecimiento traumático (Criterio B), de evitación persistente de los estímulos asociados a él y embotamiento de la capacidad de respuesta del individuo (Criterio C), y de síntomas persistentes de activación (arousal) (Criterio D). El cuadro sintomático completo debe estar presente más de 1 mes (Criterio E) y provoca un malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo (Criterio F).
Entre los acontecimientos traumáticos que pueden originar un trastorno por estrés postraumáticos e incluyen (aunque no de forma exclusiva) los combates en el frente de guerra, ataques personales violentos (agresión sexual y física, atracos, robo de propiedades) ser secuestrado, ser tomado como rehén, torturas, encarcelamientos como prisionero de guerra o internamientos en campos de concentración, desastres naturales o provocados por el hombre, accidentes automovilísticos graves, o diagnóstico de enfermedades potencialmente mortales. En los niños, entre los acontecimientos traumáticos de carácter sexual pueden incluirse las experiencias sexuales inapropiadas para la edad aun en ausencia de violencia o daño reales. Entre los acontecimientos traumáticos que pueden provocar un trastorno por estrés postraumático se incluyen (aunque no de forma exclusiva)la observación de accidentes graves o muerte no natural de otras personas a causa de la guerra, accidentes, ataques violentos, desastres o ser testigo inesperado de muertes, amputaciones o fragmentación de cuerpo. Los acontecimientos traumáticos experimentados por los demás y que al ser transmitidos al individuo pueden producir en él un trastorno por estrés postraumático comprenden(aunque no de forma exclusiva) actos terroristas, accidentes graves o heridas de envergadura vividos por un familiar o un amigo cercano, o la constancia de que el propio hijo padece una enfermedad muy grave. El trastorno puede llegar a ser especialmente grave o duradero cuando el agente estresante es obra de otros seres humanos (p. Ej., torturas, violaciones). La probabilidad de presentar este trastorno puede verse aumentada cuanto más intenso o más cerca físicamente se encuentre el agente estresante.
El acontecimiento traumático puede ser reexperimentado de varias maneras. Normalmente, el individuo tiene recuerdos recurrentes e intrusos (Criterio B1) o pesadillas recurrentes en las que el acontecimiento vuelve a suceder (Criterio B2). En algunos casos, por otra parte muy poco frecuentes, el individuo experimenta estados disociativos que pueden durar de pocos segundos a varias horas, o incluso días, durante los cuales se reviven aspectos del suceso y la persona se comporta como si en ese momento se encontrara en él (Criterio B3). Cuando el individuo se expone a estímulos desencadenantes que recuerdan o simbolizan un aspecto del acontecimiento traumático(p. Ej., aniversarios del suceso, clima frío y nevado o guardias uniformados en los supervivientes de los campos de la muerte; clima cálido y húmedo en veteranos de la guerra del Sur del Pacífico; entrar en cualquier ascensor en una mujer que fue violada en uno de ellos), suele experimentar un malestar psicológico intenso (Criterio B4) o respuestas de tipo fisiológico (Criterio B5).
Los estímulos asociados al acontecimiento traumático acaban siendo persistentemente evitados.
El individuo suele hacer esfuerzo deliberados para evitar caer en pensamientos, sentimientos o mantener conversaciones sobre el suceso (Criterio C1) y para eludir actividades, situaciones o personas que puedan hacer aflorar recuerdos sobre él (Criterios C2). En este comportamiento de evitación puede incluirse la amnesia total de un aspecto puntual del acontecimiento (Criterio C3).
La disminución de la reactividad al mundo exterior, denominada «embotamiento psíquico» o Trastornos de ansiedad 435 «anestesia emocional», suele aparecer poco después de que tenga lugar el acontecimiento traumático.
El individuo puede manifestar una acusada disminución del interés o participación en actividades que antes le resultaban gratificantes (Criterio C4), una sensación de alejamiento o enajenación de los demás (Criterio C5) o una acusada disminución de la capacidad para sentir emociones (especialmente las que hacen referencia a la intimidad, ternura y sexualidad) (Criterio C6). El individuo puede describir una sensación de futuro desolador (p. Ej., no creer en la posibilidad de obtener un trabajo, casarse, formar una familia o, en definitiva, de llevar a cabo una vida normal) (Criterio C7).
El sujeto con este trastorno padece constantemente síntomas de ansiedad o aumento de la activación (arousal) que no existían antes del trauma. Entre estos síntomas cabe citar la dificultad para conciliar o mantener el sueño, que puede deberse a pesadillas recurrentes donde se revive el acontecimiento traumático (Criterio D1), hipervigilancia (Criterio D4) y respuestas exageradas de sobresalto (Criterio D5). Algunos individuos manifiestan irritabilidad o ataques de ira (Criterio D2) o dificultades para concentrarse o ejecutar tareas (Criterio D3).
Especificación Las siguientes especificaciones pueden utilizarse para concretar el inicio y la duración de los síntomas del trastorno por estrés postraumático:
Agudo. Esta especificación debe emplearse cuando la duración de los síntomas es inferior a los 3 meses.
Crónico. Esta especificación debe emplearse cuando la duración de los síntomas es igual o superior a los 3 meses.
De inicio demorado. Esta especificación indica que entre el acontecimiento traumático y el inicio de los síntomas han pasado como mínimo 6 meses.
Síntomas y trastornos asociados Características descriptivas y trastornos mentales asociados. Los individuos con trastorno por estrés postraumático pueden sentirse amargamente culpables por el hecho de haber sobrevivido cuando otros perdieron la vida. En otras ocasiones las actividades que simulan o simbolizan el trauma original interfieren acusadamente con sus relaciones interpersonales, lo que puede dar lugar a conflictos conyugales, divorcio o pérdida del empleo. Cuando el agente estresante es de carácter interpersonal (p. Ej., abusos sexuales o físicos en niños, peleas familiares, secuestros, encarcelamientos como prisionero de guerra o internamientos en campos de concentración, torturas), puede aparecer la siguiente constelación de síntomas: afectación del equilibrio afectivo; comportamiento impulsivo y autodestructivo; síntomas disociativos; molestias somáticas; sentimientos de inutilidad, vergüenza, desesperación o desesperanza; sensación de perjuicio permanente; pérdida de creencias anteriores; hostilidad; retraimiento social; sensación de peligro constante; deterioro de las relaciones con los demás, y alteración de las características de personalidad previas.
En este trastorno puede haber un mayor riesgo de presentar trastorno de angustia, agorafobia, trastorno obsesivo-compulsivo, fobia social, fobia específica, trastorno depresivo mayor, trastorno de somatización y trastorno relacionado con sustancias. También queda por aclarar hasta qué punto estos trastornos preceden o siguen al inicio del trastorno por estrés postraumático.
Hallazgos de laboratorio. El aumento de la activación (arousal) puede ser cuantificado mediante estudios de actividad vegetativa (p. Ej., frecuencia cardiaca, electro miografía, secreción de las glándulas sudoríparas).
Hallazgos de la exploración física y enfermedades médicas asociadas. A consecuencia del acontecimiento traumático pueden aparecer enfermedades médicas (p. Ej., traumatismos craneoencefálicos, quemaduras).
Síntomas dependientes de la cultura y la edad las personas que han emigrado recientemente de áreas con disturbios sociales y conflictos civiles importantes pueden presentar una mayor incidencia de trastorno por estrés postraumático. Estos individuos pueden mostrarse especialmente reacios a divulgar sus experiencias relativas a torturas y traumatismos debido a la vulnerabilidad de su status político como inmigrantes. Para diagnosticar y tratar correctamente a estos individuos suele requerirse una valoración específica de sus experiencias traumáticas.
En los niños mayores las pesadillas perturbadoras sobre el acontecimiento traumático pueden convertirse, al cabo de varias semanas, en pesadillas generalizadas, donde pueden aparecer monstruos, rescates espectaculares o amenazas sobre ellos mismos o sobre los demás. Los niños no suelen tener la sensación de revivir el pasado; de hecho, la reexperimentación del trauma puede reflejarse en juegos de carácter repetitivo (p. Ej., un niño que se vio implicado en un grave accidente de tráfico lo recrea en sus juegos haciendo chocar sus coches de juguete). Puesto que para un niño puede ser difícil expresar la disminución del interés por las actividades importantes y el embotamiento de sus sentimientos y afectos, estos síntomas deben ser objeto de una cuidadosa valoración mediante el testimonio de los padres, profesores y otros observadores. En los niños la sensación de un futuro desolador puede traducirse en la creencia de que su vida no durará tanto como para llegar a adulto. También puede producirse la «elaboración de profecías», es decir, la creencia en una especial capacidad para pronosticar futuros acontecimientos desagradables. Los niños pueden presentar varios síntomas físicos como dolores de estómago y de cabeza.

Prevalencia
Los estudios basados en la comunidad revelan que la prevalencia global del trastorno por estrés postraumático oscila entre el 1 y el 14 %, explicándose esta variabilidad por los criterios diagnósticos empleados y el tipo de población objeto de estudio. En estudios sobre individuos de riesgo (p. Ej., veteranos de guerra, víctimas de erupciones volcánicas o atentados terroristas) pueden encontrarse cifras de prevalencia que van del 3 al 58 %.

Curso
El trastorno por estrés postraumático puede iniciarse a cualquier edad, incluso durante la infancia.
Los síntomas suelen aparecer en los primeros 3 meses posteriores al trauma, si bien puede haber un lapso temporal de meses, o incluso años, antes de que el cuadro sintomático se ponga de manifiesto.
Con frecuencia, la alteración reúne inicialmente los criterios diagnósticos del trastorno por estrés agudo (v. Pág. 440). Los síntomas del trastorno y la predominancia relativa de la reexperimentación, comportamiento de evitación, y síntomas de activación (arousal) pueden variar ampliamente a lo largo del tiempo. La duración de los síntomas muestra considerables variaciones; la mitad de los casos suele recuperarse completamente en los primeros 3 meses; en otras ocasiones todavía pueden persistir algunos síntomas más allá de los 12 meses posteriores al acontecimiento traumático.
La intensidad, duración y proximidad de la exposición al acontecimiento traumático constituyen los factores más importantes que determinan las probabilidades de presentar el trastorno. Existen algunas pruebas que demuestran que la calidad del apoyo social, los antecedentes familiares, las experiencias durante la etapa infantil, los rasgos de personalidad y los trastornos mentales preexistentes pueden influir en la aparición del trastorno por estrés postraumático. Este trastorno puede aparecer en individuos sin ningún factor predisponente, sobre todo cuando el acontecimiento es extremadamente traumático.

Diagnóstico diferencial
En el trastorno por estrés postraumático el factor estresante debe revestir suma gravedad (p. Ej., un peligro para la vida). En cambio, en el trastorno adaptativo el factor estresante puede tener cualquier intensidad. El diagnóstico de trastorno adaptativo es apropiado tanto cuando las respuestas a un desencadenante extremo no reúnen los criterios diagnósticos del trastorno por estrés postraumático (o cualquier otro trastorno mental específico) como cuando el cuadro sintomático típico de trastorno por estrés postraumático aparece en respuesta a desencadenantes no excesivamente importantes (p. Ej., abandono del cónyuge, pérdida del puesto de trabajo).
No todos los síntomas psicopatológicos que aparecen en individuos expuestos a un factor estresante de carácter extremo deben atribuirse necesariamente a un trastorno por estrés postraumático.
Los síntomas de evitación, embotamiento emocional y aumento de la activación (arousal) previos al acontecimiento traumático no reúnen los criterios para el diagnóstico de trastorno por estrés postraumático y deben ser diagnosticados como secundarios a otros trastornos (p. Ej., un trastorno del estado de ánimo u otros trastornos de ansiedad). Es más, si el cuadro sintomático, pese a aparecer como respuesta a un factor estresante de carácter extremo, reúne los criterios de otro trastorno mental (p. ge, trastorno psicótico breve, trastorno de conversión, trastorno depresivo mayor), en vez de un trastorno por estrés postraumático, o además de él, debe diagnosticarse el otro trastorno mental.
El trastorno por estrés agudo se diferencia del trastorno por estrés postraumático porque el cuadro sintomático del primero debe aparecer y resolverse en las primeras 4 semanas posteriores al acontecimiento traumático. Si los síntomas persisten más de 1 mes y reúnen los criterios de trastorno por estrés postraumático, debe cambiarse el diagnóstico de trastorno por estrés agudo por el de trastorno por estrés postraumático.
En el trastorno obsesivo-compulsivo hay pensamientos intrusos de carácter recurrente, si bien el individuo los reconoce como inapropiados y no se relacionan con la experiencia de un acontecimiento traumático. Los flashbacks típicos del trastorno por estrés postraumático deben distinguirse de las ilusiones, alucinaciones y otras alteraciones perceptivas que pueden aparecer en la esquizofrenia, otros trastornos psicóticos, trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos, delirium, trastornos relacionados con sustancias y trastorno psicóticos debidos a enfermedad médica.
Cuando están por medio compensaciones económicas, selecciones o determinaciones forenses, debe descartarse siempre la simulación.
Relación con los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-10
Los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-10 para el trastorno por estrés postraumático proponen un criterio distinto para valorar el carácter estresante de una situación o acontecimiento determinados: éstos deben tener una «naturaleza extraordinariamente amenazadora o catastrófica, susceptible de provocar un malestar permanente en prácticamente cualquier individuo».

Incesto y Abuso Sexual Infantil

Un Enfoque Desde la Psicología Preventiva
Organización Panamericana de la Salud - Lima, Mayo 2003
Ministerio de Salud Kallpa

INCESTO, ABUSO SEXUAL INFANTIL Y FAMILIA


Las familias forman a sus miembros y les inculcan roles que éstos actuarán y
desarrollarán más adelante. Así, en las familias disfuncionales se modelan en su interior los roles de incestado(a), de abusadores(as) o abusadas(os) y estas personas con sus roles disfuncionales aprendidos se encontrarán en la escena social y se relacionarán entre sí.
Tanto el incesto como el abuso sexual infantil son indesligables en cuanto a su etiología ambos se originan en la familia, en edades muy tempranas e influyen en la vida de la persona hasta su esclarecimiento en psicoterapia.
El incesto como el abuso sexual infantil se encuentran vinculados, tanto a nivel de
víctima como de victimario, con sistemas familiares que promueven y refuerzan estilos de conducta marcados por un deficiente control de impulsos (por ejemplo en la presencia de conductas autopunitivas, autoinculpatorias y sancionadoras consigo mismo), ausencia de conductas de protección y autocuidado, identidad difusa manifestada a través de una conducta dependiente, social y emocionalmente; y poco asertiva.
El incesto y el abuso sexual se encuentran asociados a la desorganización social,
política y económica de una sociedad, deterioro que se refleja en una pérdida de valores.
Por ejemplo, se valora más los bienes materiales que la vida humana.
En este encuadre se entiende por incesto a las materializaciones del impulso sexual con algún miembro de la familia nuclear, extensa o política. También, con alguna persona fuera de la familia que represente y actué un rol familiar.
El incesto puede clasificarse de la manera siguiente:
a. Fantaseado a nivel de fantasía de deseo sexual, consciente o inconsciente, dirigido hacia un miembro de la familia nuclear, extensa o política.
La fantasía es un mecanismo psicológico que pone de manifiesto los impulsos y
deseos reprimidos de la conciencia, pero presentes como condicionantes o determinantes de nuestra conducta.
b. Materializado cuando se concreta la relación sexual con algún miembro de la familia nuclear, extensa o política, en cualquiera de sus manifestaciones.
La presencia en la persona de fantasías incestuosas conscientes o inconscientes más allá de los seis años de edad configuran una situación incestuosa patológica, que al igual que el incesto materializado, requiere de tratamiento psicoterápico. Estas fantasías incestuosas también se pueden presentar en algunos adolescentes debido a la actividad hormonal intensa que se desarrolla en ese período, sin embargo este episodio si es muy fugaz no es patológico.
Por otro lado, se considera que el abuso sexual infantil es la consecuencia de una
tergiversación en la composición de los impulsos. Así, en la descarga del impulso sexual hay una inversión anormal de la predominancia. Predomina lo tanático (agresivo) sobre lo erótico (placentero) por lo tanto, el abusador siente placer al observar el miedo de su víctima. En muchos casos si la víctima no da señales de temor el abusador o la abusadora puede perder el deseo.
El abuso sexual infantil se da cuando un adulto o persona mayor hace objeto a un
niño(a) de sus impulsos sexuales, ya sea a través de insinuaciones, comentarios o la materialización de actos sexuales.

INDICADORES DE RIESGO

• Solteros(as) maduros. Este es un indicador válido sólo para el caso de incesto.
Existencia de miembros de la familia, nuclear, extensa o política, que a pesar de estar en condiciones materiales y etáreas, no han podido constituir una pareja estable o tienen mucha dificultad para hacerlo; poniendo en evidencia, la dificultad en pasar de la endogamia a la exogamia. Podemos citar el caso de los “novios eternos”.
• La pareja constituida tiene una diferencia de edades muy significativa. Que
suscitan comentarios populares de: “Te has casado con tu papá” o “ con tu mamá”.
• Colecho y cohabitación. El colecho se produce cuando uno de los padres o ambos duermen en la misma cama con el hijo(a) o los hijos(as). La cohabitación se da cuando los padres comparten la misma habitación con sus hijos(as).
• Roles confusos en la familia. Padre o madre que dependen en todo momento y
edad de los hijos(as) sin motivo que lo justifique. El hijo o la hija hacen las veces de padre o madre, procurando protección y sustento a los padres que funcionan como hijos.
También cuando se dan roles invertidos, la madre hace el papel del padre y el padre hace el papel de la madre.
Así mismo, cuando los hermanos(as) mayores crían a sus hermanos(as) menores,
asumiendo el papel de padres. O cuando la esposa hace de madre del esposo que actúa como hijo o viceversa.
• Sexualidad de la pareja insatisfactoria o ausente, porque está interferida por los conflictos emocionales de sus miembros. Disfunciones eréctiles, anorgasmia, entre otros.
• Celos de uno de los padres por el enamoramiento de sus hijos(as). La familia impide o dificulta sistemáticamente el enamoramiento de sus hijos(as).
• Trabas a que el hijo(a) pueda constituir un grupo de pertenencia (amigos, amigas) fuera de la familia. Restricciones inmotivadas a participar y disfrutar de la vida social.
• Padres “tocadores”. Realización de caricias exageradas de padres hacia los
niños(as). Besos en la boca entre padres e hijos(as).
• Al interior de la familia niños(as) “tocadores”. Tocan zonas erógenas, (pecho,
genitales, glúteos, piernas) de uno de los padres (generalmente, de la madre) o de ambos, también de adultos que visitan la casa.
• Padres e hijos(as) juntos bañándose desnudos. También padre, madre que bañan a sus hijos(as) hasta edades en que el niño o niña puede ya valerse por sí mismo(a).

Abuso sexual en niños y adolescentes de ambos sexos

ALMONTE Carlos, INSUNZA Carla, RUIZ Cecilia. Sexual Abuse in Children and Adolescents of Both Sexes. © 2006 Sociedad de Neurolog• Psiquiatr•y Neurocirug•br>. Carlos Silva V. 1292, Depto. 22. Plaza Las Lilas, Providencia Santiago de Chile. Fono 232 9347.
editorial@sonepsyn.tie.cl


El ASI intrafamiliar con frecuencia significa una trasgresión de los límites transgeneracionales, lo que ocurre cuando el abuso es realizado por una figura parental. En esta situación, en la víctima se produce una perturbación en la formación valórica, derivada de la transformación del garante ético en un trasgresor de estos valores. Las consecuencias del ASI suelen resultar impredecibles para el futuro de la familia y de cada uno de sus miembros.

Puesta a punto bibliografica sobre la relación de los conceptos parafilias y abuso sexual infantil Nº 87.

FELDMANN, Denise. Tutora: FRIDMAN, Cristina Tania. Facultad de Humanidades. Licenciatura en Psicología. Universidad de Belgrano. Bs. As. Departamento de investigación. Junio 2003.

Álvarez
[1](1993) piensa que en las familias violentas queda actuado lo que en la neurosis fue reprimido y vehiculizado a través de la sublimación.
Existen dos tipos de desborde afectivo en dichas configuraciones vinculares: los estallidos afectivos irrestrictos (dolor-odio) y los desbordes de erogeneidad incestuosa apenas disfrazados.
Se pierde en estas familias la función anímica del despliegue de la singularidad. La función paterna queda anulada en y por el goce mismo. El intercambio de
objetos crea una indiferenciación entre los cuerpos. Características generales de las familias violentas:

  • Predominio de defensas de la desmentida y desestima. El modo central del vínculo familiar es la invasión afectiva.
  • El exterior es vivido como peligroso, por lo que el intercambio con éste es clandestino, ya que no se puede abandonar la horda.
  • Si lo que sucede es la consumación del incesto se borran los vértices que en la triangulación edípica designa los lugares de padre – madre – hijo. Las manifestaciones no son inmediatas sino a posteriori. “… Los efectos en el psiquismo infantil de una mirada u escucha paterna ciega por el erotismo son catastróficas”. Pueden llevar a un pensamiento empobrecido, extravíos de la pulsión de saber, tristezas vacías, desafectivizaciones que conducen al suicidio y mini suicidios. Heridas tajantes en el cuerpo, accidentes, actos delictivos. Marcas en el propio cuerpo y en el cuerpo social, que intentan delimitar espacios que no están contenidos en el psiquismo”.

    Características familiares
  • Disfunciones familiares
  • Hacinamiento
  • Violencia marital
  • Aislamiento
  • Inversión o confusión de roles
  • Miedo a la separación familiar
  • Problemas maritales con alejamiento sexual
  • Ausencia frecuente del hogar del progenitor no abusador, dando así una mejor oportunidad para el abuso sexual

    El funcionamiento familiar desempeña un papel muy importante en la determinación del impacto del abuso sexual infantil, por lo que un ambiente familiar disfuncional puede incrementar la vulnerabilidad del niño al abuso y a los problemas de conducta. Koverola[2] et al. (1993) encontraron que los sucesos estresantes (enfermedad o accidentes graves, muerte, conflictos o separación de los padres), la información útil para afrontar el abuso de las víctimas y el apoyo de las madres son las únicas variables predictoras estadísticamente significativas; las niñas que no contaban con apoyo y experimentaron un alto número de situaciones estresantes y poca información para enfrentar el abuso presentaban un mayor nivel de depresión.
    La reacción de la familia ante la revelación es de suma importancia para las víctimas de abuso sexual infantil. Dubowitz
    [3] et al. (1993) consideran que la conducta de los miembros de la familia influye en el tipo e intensidad de los síntomas que presentan las víctimas de abuso sexual infantil, de modo que cuando los padres reaccionan mostrando poca comprensión, los niños muestran un peor nivel de adaptación. El apoyo parental es un elemento clave para que las víctimas mantengan o recuperen sus niveles de actividad, de funcionamiento académico y de relaciones con sus iguales después de la revelación.
    [1] Álvarez, L. (1993). Espacio judicial-espacio familiar. Por qué la violencia?. Rev. A.P.F.R.A. Buenos Aires.

    [2] Koverola, C.; Pound, J.; Heger, A., y Lytle, C. (1993). Relationships of child sexual abuse to depression. Child Abuse and Neglect, 17, 393-400.

    [3] Dubowitz, H.; Black, M.; Harrington, D., y Verschoore, A. (1993). A follow-up study of behavior problems associated with child sexual abuse. Child Abuse and Neglect, 17, 743-754.

Abuso Sexual: Una mirada hacia la prevención basada en la vulnerabilidad del menor

LOZANO, Aura Denise; DÍAZ MORENO, Luz Amelia; MÚNERA, Claudia Patricia. Santa Fé de Bogotá, Mayo 15 de 1998

En las familias en que ocurre el incesto predomina la incomunicación, la indefinición de limites, la privación emocional, las reglas rígidas, el aislamiento social y el abandono. El aislamiento social es una de las características típicas de las familias incestuosas. En estas familias los sentimientos de odio y las reacciones más fuertes se dirigen hacia la madre, que la mayor parte de las veces es consciente de esta situación.
Según Barudy
[1] (1995), existen tres tipos de familia en los que, la relación incestuosa mantiene un cierto funcionamiento presentan algunas de las siguientes características:
  • Padre abusador dominante, esposa sumisa dominada, hija adultificada y protectora.
  • Padre abusador sumiso, esposa dominante, hija dominada.
  • Padre abusador dominante, esposa dominante, hija abusada y utilizada como reguladora de la relación.
  • La madre no es capaz de asegurar cuidados maternales suficientemente adecuados.
  • Es incapaz de proteger a sus hijos.
  • Es el objeto de esperanzas ficticias de su marido.

    Otras características sobre la familia de la víctima propuestas por Miller, T. (1988) son:
  • Madre pasiva, dependiente y/o auto dogmática por miedo a destruir la unidad familiar.
  • Relación madre – hija caracterizada por la indiferencia, hostilidad y competición.
  • Pobre relación marital.
  • Padre que se vuelca hacia su hija para ver realizadas sus necesidades emocionales o físicas.
  • Niño(a), que se siente emocionalmente excluido y se vuelca hacia su padre para soportar su carencia emocional.
  • Fronteras generacionales entre padre e hija que no son claras.
  • Padres que tienen inadecuada capacidad de respuesta particularmente bajo estrés.
  • Carencia de contacto sexual fuera de la familia.
    [1] BARUDY, J. (1995). Programas de Formación para el Desarrollo de la Administración local.