jueves, 10 de julio de 2008

Abuso Sexual: Una mirada hacia la prevención basada en la vulnerabilidad del menor

LOZANO, Aura Denise; DÍAZ MORENO, Luz Amelia; MÚNERA, Claudia Patricia. Santa Fé de Bogotá, Mayo 15 de 1998

Daño Físico

La intensidad y la magnitud de los efectos que produce el ASI se ven influenciados por la reacción del medio familiar y social ante el incidente. Delgado[1] (1987) distingue dos tipos de consecuencias: a corto y a largo plazo. Las consecuencias a corto plazo (cuando es con contacto físico), son las características que presenta el menor desde el momento de la violación hasta un año después. Dentro de estas podemos citar efectos físicos tales como contusiones, sangrado en los genitales externos y las regiones anales, inflamación o enrojecimiento del cuello del útero, pruebas positivas de gonococos o espermatozoides y embarazo o enfermedades venéreas.
Sumando a lo anterior encontramos consecuencias físicas como:
prurito, dificultad para orinar o sentarse, estreñimiento, enuresis (emisión involuntaria de orina), y Encopresis (emisión fecal involuntaria) Miller, T. (1988).

[1] DELGADO, L. (1987). Abuso Sexual. en: Revista Arte y conocimiento. n 4, pg 91 - 97. Bogotá


Daño Psicológico

Estas autoras, tomando a Delgado (1987) distinguen dos tipos de consecuencias: a corto y a largo plazo, sin separar por etapas evolutivas, sino en un nivel general:
A corto plazo: alteraciones en los patrones de sueño y hábitos alimenticios. Además pueden presentarse reacciones emocionales como: culpa, vergüenza, hostilidad, agresión, miedo y depresión.
Dentro de las consecuencias a largo plazo podemos enumerar las secuelas emocionales, tomando a la depresión como el trastorno que se encuentra mas comúnmente en los adultos con historia de ASI. Esta población presenta mas intentos de suicidio que la población normal.
Otras secuelas que se presentan son la ansiedad, la tensión, disminución de la autoestima, sentimientos de alienación, soledad y pesadillas. En cuanto a la sexualidad, el efecto a largo plazo que más atención ha recibido de parte de los investigadores es la promiscuidad, es decir, la presentación de altas tasas de comportamiento sexual con múltiples parejas.
Existen algunas enfermedades psiquiátricas en las cuales la incidencia de abuso sexual es tres veces mayor que la existente en la población normal: el suicidio y enfermedades esquizoafectivas. (Cuadros, L. 1993).
Según Miller T. (1988), el daño psicológico depende de diversas variables, es decir entre más variables ocurren (edad del niño, duración del abuso, agresión, amenaza, clase de adulto y grado de actividad), mayor trauma para el niño.Si un niño es víctima de abuso, puede tener cambios en su estado de ánimo (entristecerse, deprimirse, ponerse agresivo), puede aislarse y mostrarse esquivo. Puede presentar disturbios en el sueño (pesadillas frecuentes), pérdida del apetito, enfermedades estomacales o vómitos sin razón aparente, expresiones sexuales y conocimientos precoces sobre sexualidad, señales de violencia en su cuerpo (moretones, rasguños, sangrados que no son normales a su edad), ropa rasgada, sucia o con manchas de sangre, evasiones de la casa y enfermedades venéreas.

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